Las respuestas a esta cuestión la encontraríamos en aquellas perspectivas que se refieren a las funciones a desempeñar por el profesorado y las que derivan de los actuales enfoques sobre su formación y que, en síntesis, se podrían plantear en los siguientes términos:
a) En la formación del profesorado se hace necesario aunar la teoría y la práctica. No basta con una formación únicamente teórica, pues cuando el enseñante se encuentra en el aula se rige por “un pensamiento practico” derivado de su experiencia como estudiante como docente. Por eso si las aproximaciones teóricas al tema de la enseñanza no logran transformarse en teorías activas, en pensamientos prácticos que sirva para revisar el complejo sistema para comunicación que se produce en cada aula y en cada situación en la que interviene el profesorado, quedarán reducidas a un repertorio orientativo o prescriptivo de actuaciones, que difícilmente se incorporara a la práctica docente
b) El profesorado debería constar con recursos profesionales que hiciesen más eficaces sus esfuerzos docentes. La tarea del enseñante se caracteriza por tener que llevar a cabo una constante toma de decisiones y por desarrollarse en situaciones complejas y diversas. Ante esta circunstancia suelen disponer de ayudas operativas que economicen sus esfuerzos.
c) La ampliación de la tarea de la enseñante. Desde hace unos años existen otras fuentes de información conocimientos además de las utilizadas en la escuela, que se encuentran en los medios de comunicación, en distintas publicaciones, en las aplicaciones de la tecnología de la información (video texto, tele texto, bases de datos). Esto implica comenzar a abandonar la idea de una enseñanza elitista para plantearse una educación escolar que se enfrente y resuelva el problema de las diversidades de origen, medios y capacidades que presenta el alumnado.
d) La actitud profesional de los enseñantes se habría de basar en los principios de adaptabilidad y flexibilidad. El docente trata de provocar en el alumnado de forma permanente la reconstrucción del conocimientos que este asimila acríticamente en su vida diaria. En este sentido, más que ofrecer información, el profesorado, debería propiciar la reconstrucción crítica de ese conocimiento y su organización racional. Ante un sistema social dinámico y cambiante solo cabe un profesorado flexible.
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